PRIMERA PARTE
NEGRAZÓN Y CHAVETA, EL HUMOR DE LOS NEGROS CORDOBESES. ESCRIBE:
DÉBORA LOZA
En el año
1971 y de la mano de Alberto Cognigni nace en Córdoba una revista que condensa
el más típico humor cordobés: Hortensia.
Una
publicación que logra lo que ninguna otra antes: que el humor de Córdoba
trascienda las fronteras de la provincia.
A través de
sus personajes centrales, Negrazón y Chaveta, el modo de vida de un sector
popular (los “negros cordobeses”) entre en escena en un producto cultural de
consumo masivo.
Asimismo,
Hortensia (o La papa de Hortensia), que adoptó ese nombre a raíz de una
conocida demente del barrio Santa Ana que vendía bulbos de hortensia y que se
levantaba la pollera mientras escupía palabrotas,
Fue el
nicho incubador de renombrados talentos como los fallecidos “Negro”
Ortiz y Roberto Fontanarrosa, Ian, Peiró, Caloi, Brócoli, Crist, Roberto Di Palma, entre otros.
El Pulpita Iriarte,
Boogie el Aceitoso, Inodoro Pereyra, García y la máquina de hacer pájaros,
Súper Gauna, El Nariz, Don Quitilipe, son algunos de los personajes que habitaban
las páginas de esta publicación e hicieron reír a un país.
Hortensia surgió como un pequeño proyecto “entre amigos”,
que contó con la incondicional colaboración de Sarita Catán, esposa de Alberto
Cognigni.
Hortensia hizo su entrada al mundo editorial con la
convicción que no llegaría al segundo número…
En total podemos contar: 245 números, dieciocho años y tres
meses ininterrumpidos (desde agosto del
con el proceso militar más terrible en medio, dos mil ejemplares vendidos con
el primer número, con un tiraje promedio de 75 mil ejemplares, lo cual la
ubicaba en los primeros puestos del tiraje nacional, y dos libros de oro.
SEGUNDA PARTE
El año 1973 marca la consolidación de Hortensia, es decir,
se proyecta como publicación nacional ubicándose en los primeros puestos del
ranking de revistas de humor más vendidas.
Con lo primero que se topa el lector al abrir la revista y
particularmente al leer Negrazón y Chaveta, es con lo que conocemos como
“cordobés básico”.
Este idioma que nació y crece en “la docta” y tiene
características tales como: la contracción de frases y palabras,
"te gua" (te voy a),
"si vuá" (si voy a);
la eliminación de la
“doble ele” cuando está entre vocales,
que hace que zapatilla se pronuncie
como "zapatía" y talleres como "taiere";
la pérdida de la “d” hace que en el habla cordobesa popular
un pelado sea un “pelao”, alguien
ebrio un "chupao" y un
muerto un "finao" ,
también es frecuente escuchar: "para'a", "senta'a",
"guarda'a";
las palabras que terminan con “d”, pierden ese sonido sin
excepciones: "usté", "voluntá", "mitá".
El ingenio a la hora de aplicar apodos es también una marca
indiscutida de los cordobeses, así es muy común escuchar: “Cara e’ Mate”. “Mentira fresca”, “Momia con Gripe”.
Como lo
afirmara su director y creador, Alberto Cognigni, “la clase social que lee a Negrazón y Chaveta va desde la clase media
para arriba, los ubicados por debajo no son lectores sino protagonistas”
“Negrazón y Chaveta, no son fracasados,
sino productos de la circunstancia, de los procesos socio-económicos, que ha
vivido la ciudad o el país si se quiere”[1].
Teniendo en
cuenta esto, puede decirse que Hortensia, y Negrazón y Chaveta como su sección
más representativa, constituyeron un discurso contestatario u opuesto a la
tradicional imagen de Córdoba la “docta”.
Hortensia, lejos de formar parte del pasado, hoy en día
cobra sentido ya que el humor de Córdoba, construido a través de la figura del
“negro cordobés” instalada desde Negrazón y Chaveta, tiene proyección nacional.
Ésta puede verse en humoristas como el “Negro” Álvarez,
Cacho Buenaventura y Chichilo Viale que continúan recreando negrazones y
chavetas.
Y tanto es así que a partir de Hortensia, además de como
ciudad “docta”, de las iglesias y de las universidades, Córdoba es conocida por
la singularidad del humor de su gente.
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